A simple vista, es fácil darse cuenta de que la flor de amarilis tiene algo singular y es, en gran medida, ese toque exótico que nos da pistas sobre su procedencia y que, en muchas ocasiones, la lleva a ser confundida con la de la Azucena o el Lilium. Por ser oriunda de América Central y del Sur, la amarilis es la compañera perfecta para formar parte de nuestras plantas de interior. Y es que hay pocas plantas de bulbos capaces de adaptarse tan bien a vivir dentro de casa, donde podemos recrear esas necesidades de temperatura que tienen en el medio natural.
De extraordinaria belleza, es ahora en Navidad cuando tienen su primera floración. Y decimos la primera porque, de no ser durante el mes de diciembre, podremos disfrutar de su floración natural que comienza en primavera y se alarga hasta el comienzo del verano. Porque esa es otra de sus ventajas de la amarilis: que, con los cuidados adecuados, sus maravillosas flores duran mucho tiempo. Una oportunidad bárbara de disfrutar todavía más de esa planta.
Así, si quieres contemplar sus colores en tu casa, veamos algunos consejos para que puedas hacerlo este año y los sucesivos.
CUIDADOS DE LA AMARILIS
Aunque no son muy exigentes en lo que respecta a su cultivo, sí hay que reconocer que la amarilis es una planta con flor que demanda una serie de cuidados que habremos de cumplir de manera regular partiendo de una base: su época de plantación es, en bulbo, desde diciembre hasta marzo.
Más allá de esto, empecemos por uno de los aspectos fundamentales para su correcto desarrollo: la ubicación. Dado que proceden de ambientes tropicales, tanto en bulbo como en flor la amarilis nos demandará una buena luminosidad. Al crecer en estado natural en zonas boscosas y selváticas, tendremos que evitar que la exposición al sol sea directa ya que puede quemar las hojas o retrasar el proceso de crecimiento del bulbo. Si el cultivo de la amarilis se da dentro de casa, lo ideal es que la ubiquemos en una habitación luminosa sin exceso de temperatura y siempre alejada de cualquier fuente artificial de calor, como son por ejemplo los radiadores o cualquier otro sistema de calefacción.
Para que crezca con fuerza, es fundamental que prestemos especial atención también al espacio de plantado si no lo hacemos directamente en suelo. Si nos decidimos por un tiesto, nunca tendrá que ser mucho más grande que el bulbo de la planta, y tendrá que contener preferiblemente una mezcla de sustrato rico en materia orgánica y una capa inferior de arena. Esto se debe, fundamentalmente, a que la amarilis requiere una buena pauta de riego pero siempre evitando encharcamientos. Y es que el exceso de agua, como sucede con las orquídeas, puede hacer que el bulbo se pudra y gracias a la arena estaremos consiguiendo facilitar el drenaje.
Un buen sustrato le dará al bulbo de amarilis los nutrientes que necesita. Descubre la composición de este
Además, tendremos que tener la precaución de plantarlo dejando una parte del bulbo en exterior. Lo ideal es que un tercio de la cebolla de plantación quede por encima del sustrato. Algo que facilitará que la planta se desarrolle correctamente.
El riego también es clave para el desarrollo del amarilis. Durante el tiempo en el que nuestro bulbo de amarilis esté germinando, tendremos que procurar que el sustrato esté constantemente húmedo. Y, para su mantenimiento anual, nada como regar dos o tres veces por semana en los meses cálidos y una sola vez durante la temporada de invierno.
Y, por último, un consejo: para preparar al bulbo para el invierno, lo idóneo es que abonemos la planta con un abono específico desde el mismo verano. Una forma de ayudar a la planta a almacenar sustancias nutrientes en el bulbo para cuando llegue el frío.
CÓMO MANTENER LAS FLORES DE LA AMARILIS
Una duda recurrente es cómo mantener las flores de la amarilis más tiempo. Y es curioso saber que, para ello, hay que cambiar por completo uno de los cuidados que acabamos de ver: el riego.
Si comentábamos que es imprescindible que tengan el sustrato húmedo, cuando comienzan a brotar las primeras hojas que darán lugar a la vara floral tendremos que ir reduciéndolo paulatinamente hasta llegar a uno por semana. Una pauta que mantendremos hasta que veamos brotar la vara, que supone una auténtica advertencia de que tenemos que incrementar el riego para facilitar la floración de la amarilis.
Un abono de lenta liberación será clave para la floración de la amarilis. Descubre sus características aquí
La flor de la amarilis suele durar entre tres y seis semanas. Un margen de tiempo que crecerá, en gran medida, si le aportamos el abonado que mencionábamos antes para que la planta esté nutrida y un lugar fresco en el que crecer. Además, si retiramos las flores marchitas también estaremos contribuyendo a alargar la vida de las demás: si la planta no tiene que hacer esfuerzo por mantenerlas, podrá concentrar sus energías en las que ya están florecidas o a punto de hacerlo.
Una planta de bulbo excepcionalmente bonita para tener en casa. ¿Te animas a incluir la amarilis entre tus macetas? Cuando esté en flor, no te arrepentirás.